El trofeo del Campeonato Sudamericano de Baloncesto 1938: El Santo Grial de las Colecciones FIBA

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    Desde su creación en 1938 hasta su reciente y meticulosa restauración, el trofeo Copa América encarna la rica historia, el patrimonio cultural y el legado del baloncesto sudamericano

    MONTEVIDEO (Uruguay) - El Campeonato Sudamericano de Baloncesto, jugado por primera vez en 1930 en Montevideo, Uruguay, es la competición internacional más antigua y longeva reconocida oficialmente por FIBA, inspirada en la Copa América de fútbol (1916).

    En 1938, el presidente de la República del Perú, General de División Óscar R. Benavides, donó una monumental copa de latón de 1,90 metros de altura y unos 60 kilos. La pieza, conocida como la Copa América, se convirtió en uno de los símbolos más imponentes del baloncesto continental.

    La copa mide 50 cm de diámetro en su parte superior y descansa sobre un brazo central con cuatro soportes curvos, fijados a una base de madera de 60 cm. En la base destacan cuatro balones de correílla que funcionan como patas. A los lados, dos grandes asas ornamentales completan la composición, cuya altura las hace poco prácticas para el transporte.

    El conjunto está coronado por una tapa singular: tres figuras humanas con los nombres de Argentina, Uruguay y Perú sostienen un balón de correílla. Se trata de un guiño a la mitología griega, donde los titanes cargan el peso del mundo como castigo eterno. La elección de esos países no fue casual: Perú era sede y donante del trofeo, mientras que Argentina y Uruguay dominaban hasta entonces el torneo con dos títulos cada uno.

    An iconic photograph from 1938 shows Uruguayan delegates Raúl Blengio Salvo and Juan E. De Feo posing proudly with the trophy, still missing the lid at the time.

    El resultado es un trofeo clásico, majestuoso y cargado de simbolismo, reflejo de la importancia que se daba al campeonato, a la victoria y la gloria deportiva en aquella época.

    En los primeros años del baloncesto no era extraño que los trofeos fueran grandes y pesados. El ganador conservaba el trofeo hasta la siguiente edición y debía transportarlo en aviones pequeños sin apenas capacidad de carga.

    Tras la edición de 1938, ganada por Perú, la copa viajó a Brasil en 1939 y luego a Montevideo en 1940. A partir de allí, dejó de circular: una norma no escrita —tomada del fútbol— dictaba que el país que conquistara el título tres veces se quedaba con el trofeo en propiedad. Así lo hizo Uruguay tras sus victorias en 1930, 1932 y 1940.

    Con el paso de los años se añadieron diversas inscripciones que narran la historia del campeonato:

    • Una placa con los países participantes y posiciones finales de las ediciones 1930-1935.

    • Placas con los nombres de todos los jugadores campeones en 1937 y 1938, tradición mantenida hasta 1955. Después, solo se registraron las conquistas de Uruguay (1969 y 1981). Faltarían dos placas para completar la historia, las últimas victorias uruguayas en 1995 y 1997 antes de la desaparición del torneo en 2016.

    • Dos meses antes del campeonato celebrado en Enero de 1940, se produjo la muerte del inventor del baloncesto James Naismith, y se añadió una placa haciendo notar que la Copa América se disputa en su homenaje.

    Recientemente la FUBB donó la Copa América al Museo FIBA tras haberla conservado durante más de ocho décadas. La profesionalidad del patrocinador logístico de FIBA, Kuehne+Nagel, hizo posible el transporte de esta pieza única a Madrid para su restauración.

    La restauración integral fue realizada por Joyeros Alegre, empresa familiar española de tercera generación con una larga tradición en el mundo del deporte.

    The South American Championships Trophy before and after its restoration
    The South American Championships Trophy before and after its restoration

    Para devolverle su aspecto original se desmontó el trofeo pieza por pieza, aplicando la técnica de repujado inverso para corregir deformaciones. Después, cada componente fue sometido a un decapado químico, limpieza profunda y baño de plata.

    El montaje final exigió un estudio histórico de las placas con nombres y ediciones, muchas de ellas desprendidas, para reorganizarlas en orden lógico. También se reprodujeron piezas perdidas con el paso del tiempo.

    Tras la restauración, la Copa América viajó al Museo FIBA en Suiza, donde hoy se exhibe como una auténtica joya histórica: el “Santo Grial” de los trofeos de baloncesto, legado para las generaciones futuras y símbolo de los orígenes del baloncesto sudamericano.

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