03 octubre, 2017
14 diciembre
02/10/2017
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Historia de los inicios de la Sudamericana, por Horacio Muratore

En diciembre del 1992 asumo como Presidente de la Confederación Argentina de Baloncesto (CABB), y dentro de los objetivos que teníamos como institución para el futuro, veníamos de una situación muy difícil porque habían pedido la quiebra por el Mundial del 1990. En pleno acuerdo con los acreedores tratando de cumplir, pero por supuesto dentro de los objetivos que nos habíamos planteado, era uno de trabajar conjuntamente con la asociación de clubes de argentina, porque entendíamos que el rol era distinto, el básquet profesional por un lado y el básquet de desarrollo y el manejo de las selecciones por otro, pero con el mismo objetivo, trabajar por el desarrollo del baloncesto argentino.

En el año 1993, sostuvimos muchas reuniones y hablábamos de muchos temas, pero uno de los objetivos que teníamos como confederación era que no entendíamos porque dirigentes argentinos no estaban en los niveles internacionales, que estaban ocupados por dirigentes brasileros y uruguayos. No teníamos un dirigente que realmente represente al basquetbol argentino a nivel internacional, creyendo que éramos uno de los mejores del continente por la potencialidad que teníamos, el desarrollo que teníamos en las bases, el mini-básquet, que todos los jugadores tienen que pasar por la reglamentación de los estatutos de la confederación para afiliarse a los equipos o a los clubes. Entonces empezamos a trabajar y por supuesto cuando empezamos a hablar con los clubes argentinos, también cruzamos el charco para hablar con los uruguayos y crear más relaciones estrechas con los clubes.

Creíamos que era importante empezar a trabajar con los brasileros y ahí vimos las necesidades que tenían los clubes, porque en ese momento había un campeonato sudamericano de clubes, que era una copa que duraba una semana como máximo, y eso no contentaba a los clubes. En ese proceso comenzamos a anotar cosas y a plantearnos objetivos para el futuro. En esos objetivos estaba entrar dirigentes argentinos a nivel internacional y de verdad que nos fue muy bien, porque el 21 de noviembre de 1994, fui elegido por unanimidad como Presidente de la Confederación Sudamericana de Basquetbol y empezamos a trabajar rápidamente, con mi vice-presidente era Iván Dobud de Chile y nuestro Secretario General Iván Dagnino de Perú.

Con 10 federaciones y un comité ejecutivo integrado por 4 personas empezamos a trabajar, para ver de qué manera podíamos implementar todos los objetivos, y también comenzamos a replantearnos nuestras prioridades desde la Confederación Argentina para Sudamérica. Había torneos de mujeres que eran de 4 equipos nada más por problemas de costos de los traslados, en el masculino nunca completábamos los diez y entonces empezamos a hacer una competencia que los involucrara a todos y donde los clubes participen. Era muy difícil en ese momento, porque el sur de Sudamérica trabajaba más unido que el norte, más precisamente que con Colombia, con Venezuela, que no teníamos relación y con los cuales solamente nos veíamos en las competencias.

Empecé a deslumbrar el plan de hacer una liga, obviamente había que hacer primero un plan de gobernanza, un plan de competencia y por supuesto, generar un plan económico para poder sustentar todo esto. Se empezó a trabajar de forma paralela, desde el tema de competiciones y era indispensable convencer a todo el mundo. Eso fue una etapa muy difícil, en la que solicité ayuda a la Liga Nacional de Argentina, su Secretario General José Luis Otero y su Presidente Eduardo Bazzi. Comenzamos a viajar, Eduardo viajó a dos países y yo a siete, con el efecto de convencerlos y realmente fue muy duro. Les costaba entender la viabilidad de su participación, específicamente en Venezuela que siempre fue una liga muy cerrada y corta. Su argumento, entendible, cuando nosotros planteábamos un plan de competencia como el que fue presentado de 16 equipos y partidos de ida y vuelta, era que les sería muy difícil llegar. Su participación era esencial para la competencia y nuestro deseo siempre fue de inclusión, espíritu que ayudó mucho.

A mí siempre me ha gustado darles oportunidad a todos. Cité a todos los clubes a una pre-inscripción, después de hablar con las ligas y empezamos a trabajar, a añadir ideas de todos, porque había diferentes idiosincrasias y no era fácil. Los brasileros apoyaban, algo que fue importante porque Argentina y Brasil eran las dos ligas más importantes y sin ellos el proyecto iba a fracasar. Realmente me acompañaron muchísimo, generalmente en la programación, porque había que suspender programaciones internas de las ligas, en Brasil estaba la liga de Sao Pablo que abarcaba hasta diciembre y era muy poderosa, y luego la liga nacional que comenzaba en enero, organizada por la CBB. La organización y logística de la competencia era compleja.

Hubo muchos protagonistas, entre los que también estuvo Antonio Chakmati, quien fue presidente de la Federación Paulista y Vicepresidente de la Confederación Brasilera de Basketball, y tenía mucho conocimiento de competiciones. Sao Paulo era muy potente, es un estado muy grande y dentro de la organización tenía una de las competencias más importantes. Todo esto, claro, con el apoyo de su Presidente en ese momento que era José Claudio Dos Reis, uno de los directivos de mayor trascendencia en el continente y actual miembro del Salón de la Fama FIBA. Junto con José Claudio, estuvo Federico Slinger en Uruguay y Jenaro “Tuto” Marchand desde la Federación Internacional en las Américas, que desde siempre apoyaron todos los proyectos que presenté. Y en Argentina estaba Rubén Rábano que se dedicó de lleno a la coordinación de la Liga Sudamericana. Es un frente de apoyo y colaboración que sirvió de motor para la concepción y ejecución de la competencia.

Empezamos a trabajar paralelamente y buscando recursos económicos. Habíamos encontrado inesperadamente una corporación de Mar del Plata, Argentina, que era dueña de hoteles, de diarios, empresas de turismo, que nos había garantizado el arranque de la competencia hasta que al final se cayó porque había interferencias familiares dentro de su estructura.

Seguimos trabajando y luego la gente de Rotamund, que nos manejaba todos los boletos aéreos y tenía mucha relación con el futbol nos puso en contacto directo con Torneos y Competencias, el canal de televisión argentino. Por su vía se posibilitó el contacto y nosotros le dimos la venta de los derechos. Confiaron en nosotros y volví a viajar a todos los países, para mostrarle todos los planes y convocarlos a una reunión en Buenos Aires, en el Hotel Colón, donde estuvieron presentes todos los equipos que iban a jugar y fue fantástico. Nuevamente les dimos participación a todos y le expresamos claramente cuáles eran los objetivos. Discutimos artículo por artículo el reglamento, los involucramos y comprometimos para el futuro. Al tener televisión, necesitábamos garantías de éxito y para ello era esencial la unión entre los clubes. Fuimos de una idea a lograr algo gigantesco. Así nació la Liga Sudamericana.

La Liga Nacional de Argentina, Brasil, Bolivia, la Dimayor de Chile, Colombia, Perú Venezuela y Uruguay fueron claves en este nacimiento. Hubo clubes importantes como Trotamundos de Carabobo de Venezuela de German Blanco que fueron pioneros, así como lo fue el club peruano Regatas Lima, y sus federaciones nacionales. Fue un esfuerzo colectivo histórico en nuestra región.

Se empezó jugar y fue fantástica. El primer campeón fue Olimpia de Venado Tuerto en el 1996, que le ganó a Corinthians de Brasil. Hace 20 años. Y desde ahí comenzamos a trabajar con FIBA. Yo antes de entrar a la CABB sabía lo que era FIBA, pero no tenía ninguna relación a nivel mundial. El año siguiente viajé a Munich, conocí al señor Boris Stankovich (su Secretario General) y acordamos que el Campeón de Europa (el Panatinaikos) jugara con el campeón de la Sudamericana, lo que se convirtió en el retorno de la Copa Intercontinental, que no se jugaba desde 1987. Se jugó en partidos de ida y vuelta, primero en Rosario porque Olimpia de Venado Tuerto no tenía estadio y fue increíble la cantidad de gente que había. Ganó el equipo de Argentina. Por Olimpia jugaba Lucas Victoriano, Alejandro Montecchia, Andrés Nocioni y Leo Gutiérrez. Ganaron muy bien en Argentina y fueron a jugar el segundo y tercer partido en Atenas, donde ganó Panatinaikos los dos, para coronarse campeón intercontinental.

La Liga Sudamericana les ha dado posibilidades a muchos países de Sudamérica, que antes no tenían competencias internas, a que sus representantes jugaran. El objetivo siempre fue ayudar a que se achicaran las diferencias deportivas entre los países, a consciencia de que la responsabilidad de este desarrollo caería en el trabajo interno de cada federación, liga, club. Por eso era el gran esfuerzo, nosotros queríamos que los 10 países fueran fuertes, porque para potenciar un país se necesita que los vecinos tengan buena competencia para relacionarse y que los clubes lleguen a ese desarrollo de arriba para abajo. Lamentablemente para ese tiempo no había un desarrollo de base en muchos países, entonces el proceso lógico de crecimiento era muy lento o algunas veces estaba estancado, entonces esto posibilitó que los diez países jugaran.

Pudimos potenciar los productos, no solo la Sudamericana, pero también el torneo sudamericano de selecciones nacionales por el arreglo de los cronogramas. Todo eso fue con los frutos de los beneficios que nos daba cada liga nacional. Luego, cuando tuvimos un gran producto con los campeonatos sudamericanos de selecciones nacionales masculino y femenino, se nos posibilitó destinar gran parte de los ingresos a las federaciones nacionales y con esa plata comenzamos a pagar pasajes a todos los torneos juveniles y los adultos comenzaron a tener la participación de los 10 países. La Liga Sudamericana potenció los campeonatos de selecciones nacionales, ayudó a desarrollar el básquet en Sudamérica. Logramos nuestro objetivo.

La Liga Sudamericana tiene ya más de 20 años y estoy realmente contento. Siempre apoyaré la competencia y estoy muy agradecido a los actuales dirigentes, al Presidente de la Confederación Sudamericana del Básquetbol (Consubasquet) el Sr. Gerasime Bozikis y su Secretario General el Sr. Marcelo Bedoya, que tomaron la decisión de ponerle mi nombre a la Copa de Campeón, en reconocimiento a mi persona como fundador de la Liga. Espero poder entregarla todos los años y celebrar a todos los clubes, jugadores, ligas y dirigentes que han aportado a que la competencia siga viva y cuente con repercusión internacional.

Horacio Muratore
Presidente FIBA