Gabriel Deck, de Colonia Dora al Mundo
“Un saludo para Colonia Dora”, así cierra Gabriel Deck cada una de las entrevistas televisivas que le realizan.
“Un saludo para Colonia Dora”, así cierra Gabriel Deck cada una de las entrevistas televisivas que le realizan.
“Siempre termino con ese saludo porque Colonia Dora significa mucho para mí. Es mi lugar en el mundo y al que siempre trato de volver. Es donde me crié, donde tengo todos mis afectos, amigos y familia. Por eso siempre lo recuerdo en cada lugar al que voy”.
Colonia Dora es un pequeño pueblo a 160 kilómetros de la capital de Santiago del Estero. En el barrio 7 de abril es donde Deck se crió y allí comenzó a jugar al básquetbol. Atrás de su casa, el padre armó un tablero y un aro para que Gabriel y su hermano comenzaran a practicar. Luego llegó la chance de ir al Club Bartolomé Mitre, en el que se fue insertando de a poco con los más grandes. Esos inicios fueron los primeros encuentros con el baloncesto de quien hoy es una de las principales figuras del seleccionado argentino.
Gabriel ya ha empezado a recorrer el mundo, pero sus raíces siguen donde siempre estuvieron. “Mi hermano vive en la capital de Santiago del Estero, pero mi mamá, mi papá, mis abuelas, mis tíos, todos en Colonia Dora”. Y ese es el factor fundamental para siempre pensar en volver. “Los más cercanos me reciben igual que siempre, pero algunos vecinos creen que porque no voy tan seguido he cambiado o algo por el estilo y me tratan con un poco de distancia pero yo sigo siendo el mismo adonde vaya y en mi pueblo aún más”, cuenta Deck. Y agrega: “Cada momento libre que tengo o en las vacaciones decido irme a Colonia Dora porque mi familia no me ve mucho, entonces no elijo otro lugar para viajar. Siempre vuelvo a mi pueblo para visitar a todos los que quiero. Además, mis abuelas van creciendo y cuanto más pueda disfrutarlas, mejor”. Ni su nueva vida en la capital de España como reciente fichaje del Real Madrid, con infinitas opciones cercanas de conocer el viejo continente, lo hace cambiar el destino de sus próximas vacaciones. Ya sabe que regresará, una vez más, al pueblo natal.
Los recorridos turísticos por Europa pueden esperar, ya que desea jugar muchos años en el primer nivel internacional.
En el final de la infancia y el comienzo de la adolescencia Gabriel tuvo que trabajar para colaborar con su familia. Desde ayudar a su padre en el campo, con la alfalfa, hasta acompañar a su madre a la empresa de colectivos en la que ella realizaba tareas de limpieza. “Lo que más me gustaba, durante el receso escolar, era ser bolsero en los viajes en colectivo por el interior de Santiago del Estero. Cargaba las valijas y las bolsas de harina o maíz en la bodega y recibía mis propinas. Lo que menos quería hacer era limpiar los colectivos porque venían llenos de tierra o incluso con algún vómito, que es algo normal en los viajes largos. Todo esto fue un aprendizaje para mí”, recuerda Deck.
La salida de Colonia Dora hacia la Capital de Santiago del Estero fue a los 13 años, junto a su hermano mayor. El ofrecimiento de Quimsa de que fueran los dos a jugar y a vivir en la pensión del club fue el origen de ese viaje. Pero el motivo principal fue la recomendación de su hermano Joaquín de que debían irse de la casa para quitar dos platos de comida de la mesa familiar. La posibilidad de la práctica deportiva más la vivienda y la educación era una opción que no debían desaprovechar. En esos años en la capital provincial Gabriel descuidó sus estudios. Cada vez viajaba más para jugar partidos y entre el cansancio y la ausencia de alguien que lo levantara para ir a estudiar llegó a abandonar la escuela. Le quedaron 3 años pendientes que le prometió a Nora, su madre, que algún día completará. “Lo haré por ella y por mí”, sentencia Gaby.
En la pensión de Quimsa nació el apodo que lo acompaña hasta el día de hoy y que cambió el modo en que todos le dicen a Gaby: “Maximiliano Quiroga, un chico de Mendoza que no está jugando más, fue el que me puso Tortuga. Yo estaba en la cama, tapado porque teníamos el aire acondicionado prendido, y solamente se me veían los ojos. Ahí él me dijo que parecía una tortuga y todos me comenzaron a llamar así. La mayoría de la gente ahora me dice Tortuga y pocos me conocen como Gabriel”. De hecho, hace tres años Deck oficialiazó el apodo con un tatuaje de Donatello, una de las Tortugas Ninja, en su pierna izquierda.
El siguiente salto de Deck fue dejar Santiago del Estero para llegar a la gran ciudad. Vivió dos años en Buenos Aires como jugador de San Lorenzo, donde se consagró como el jugador más determinante del país. Ese cambio también fue inmenso para Deck. Adaptarse a la gran ciudad no fue sencillo. No faltaron los momentos en los que pensó en dejar todo y volverse a Santiago del Estero. Pero Gabriel fue sereno, tuvo contención y logró acostumbrarse. En la capital argentina Deck no se animó a conducir más que durante una semana porque lo “agarró un stress terrible y abandoné”. “Para ir a los entrenamientos nos pasaba a buscar una combi con otros compañeros o me tomaba un taxi”. Gabriel vivía a unas 15 cuadras del club y no se movía por otra zona. Elegía casi siempre un restaurant chino para comprar comida al peso y alguna vez se daba el gusto de unas pastas caseras en una cantina del barrio. Se entrenaba, se alimentaba y dormía sus buenas siestas, costumbre que no abandona, como buen santiagueño.
Los primeros días en España lo encuentran en plena fase de descubrimiento. Todavía no encontró su lugar favorito para comer, pero ya tiene algunas conquistas. “Cuando llegué viví en la residencia del Real Madrid, pero ahora tengo mi departamento en Majadahonda, me estoy acomodando a mi nueva casa. Y también me dieron un auto. Le estoy agarrando la mano a manejar porque las distancias son más grandes. Para mí es todo muy nuevo. Por suerte la experiencia de haber vivido en Buenos Aires hace que no sea tan grande la diferencia como si hubiera llegado a Madrid directo desde Santiago del Estero”.
“Todas las vivencias por las que pasé me ayudaron no solo para entender cómo debo encarar mi profesión sino para la vida en sí. Uno madura de golpe con las experiencias como las que yo viví. Y te enseñan a valorar lo que tenés. Cuando era chico tenía que trabajar tres meses para comprarme un par de zapatillas. No hay que olvidarse de eso”.
Como, está claro, Deck no olvida sus orígenes. Hoy vive una realidad económica exponencialmente mejor a la que tuvo de chico. Pero vive con la misma humildad. “Uno está siempre con los pies sobre la tierra porque no sabe cuándo se puede terminar la carrera. No soy más ni menos que nadie. La plata ayuda pero lo fundamental es ser buena persona que es lo que quedará después del básquetbol”. Y aprovecha sus ingresos para mejorarle la vida a sus seres queridos. “Trato de ayudar a mi familia con inversiones para que puedan estar bien. La situación está fea, hay poco trabajo y si hay se paga muy poco. Además, le estamos refaccionando la casa a mi mamá y mi papá”.
— Gabriel Deck (@gabriel_deck) August 30, 2018
La familia y Colonia Dora, los dos ejes por los que Gabriel Deck transita su camino. Rosalía y Teresa, las abuelas, las preferidas para esa dedicatoria al pueblo natal, esta vez no verán el saludo por televisión. Van a leer que Gaby cierra esta entrevista escrita con: “Un saludo para Colonia Dora”.
Pablo Cormick (FIBA)