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    Los números con los que Oscar maravilló a América

    Del brasileño Oscar Schmidt, uno de los más formidables anotadores de la historia del básquetbol mundial, ya se escribió mucho. Se agotaron casi todos los elogios posibles, los que siempre fueron objetivam

    Del brasileño Oscar Schmidt, uno de los más formidables anotadores de la historia del básquetbol mundial, ya se escribió mucho. Se agotaron casi todos los elogios posibles, los que siempre fueron objetivamente merecidos. Por eso, buscaremos abordarlo desde lo estrictamente estadístico, lo que dará una referencia irrefutable de su valor, al tiempo que la contundencia de los números nos provocará un lógico asombro.

    Aunque ya lleve más de 16 años fuera de la actividad, sus 19 temporadas como deportista profesional fueron una avalancha permanente de puntos y de triunfos. El mítico Oscar, integrante del Salón de la Fama de FIBA desde 2010, dejó su sello distintivo en cada competencia por la que pasó. Y en el Torneo de las Américas lo hizo de manera contundente: participó en seis ediciones (1980, 1984, 1988, 1989, 1992 y 1995) y a excepción de la primera, en las cinco restantes terminó como máximo anotador, con un promedio de 28,0 puntos en 46 partidos disputados.

    Pero aquí nos remitiremos solo a los años 80, a sus primeras cuatro ediciones, en las cuales llevó a Brasil a dos títulos continentales. En la primera experiencia del Torneo de las Américas Oscar contaba con apenas 22 años y en aquel Brasil aun no era la figura indiscutida. Como en el plantel también coincidían otros jugadores de calidad, como el pivote Marquinhos, el también tirador Marcel o el base Carioquinha, la ofensiva estaba más repartida. En ese entonces Oscar transitaba la aclimatación a su nueva posición de alero, ya que él había aparecido en el profesionalismo, a mitad de los años 70, como pivote, debido a su altura de 2,04 metros.

    Igualmente, en Puerto Rico 1980, no sorprendió que terminara, luego de seis partidos, quinto entre los mejores atacantes, con un promedio de 18,7 puntos, producto de un 50% en tiros de campo y un inmaculado 32-32 en tiros libres. A pesar de ese contexto, terminó anotando el 21% de los puntos totales de Brasil.

    Cuando volvió a disputar el Torneo de las Américas en 1984, ya tenía 26 años y llevaba dos temporadas de experiencia en la exigente Lega de Italia, jugando para el Caserta. En San Pablo, como local, arrancó con una actuación “moderada”, en lo que sería una constante en los torneos de esa década, sumando 14 puntos ante Uruguay. Con el correr del torneo calentó la mano y llegó a 29 puntos con Panamá, 27 frente a Argentina, subió a 30 contra México, logró 28 ante Cuba y tocó el máximo con República Dominicana: 34 puntos. Sobre el final aminoró sus aportes, con 20 ante Canadá y 27 contra Puerto Rico.

    Brasil terminó campeón invicto durante ocho partidos en 1984, obteniendo el pasaje a los Juegos de Los Ángeles, y ahora sí Oscar Schmidt fue el máximo anotador del torneo, cuando todavía no se habían incorporado los triples, con 26,1 puntos de promedio. El mérito de esta performance se acrecienta cuando se ven la proporción de aciertos: 62% en tiros de campo, 84% en libres, sumados a 4,5 rebotes. Esa vez, su aporte significó el 27% de los puntos totales de Brasil.

    Cuando el básquetbol de América se reencontró, en 1988, Oscar estaba en la plenitud de su carrera (30 años) y ya era una estrella mundial. Había liderado la mayor sorpresa hasta ese momento, ganándole la medalla de oro en los Juegos Panamericanos a Estados Unidos en su propia casa (Indianápolis 1987) y venía de una campaña estupenda en Italia, donde había promediado 37,3 puntos por juego. En Montevideo otra vez comenzó “flojo”, sumando 18 puntos ante Argentina, pero después destrozó a Puerto Rico con 40 puntos, de los 98 del equipo. Tras regular su aporte frente a Venezuela (18), volvió a deslumbrar contra México (35), aunque los brasileños sufrieron una inesperada derrota, y ante Uruguay, en tiempo extra, alcanzó los 44 puntos, de los 96 de Brasil. Allí estuvo demoledor, con 11-15 dobles y 5-8 triples. Desde ese partido hasta el final estuvo imparable, anotándole 29 a los canadienses, 36 a Uruguay, ahora en semifinales, y 20 a Puerto Rico en la definición del torneo.

    Para Brasil resultó su segundo título y la clasificación a los Juegos Olímpicos de Seúl. Para Oscar significó otra vez ser el máximo anotador, alcanzando un promedio de 30,0 puntos, sostenidos con una muy buena efectividad del 58% en dobles y 36% en triples, más 5,5 rebotes de media. En aquella oportunidad su incidencia subió al 31% de los puntos totales del equipo.

    El Torneo de las Américas de 1989, el primero que funcionó como Premundial, y el brasileño, a los 31 años, trepó hasta números fantásticos en la Ciudad de México. Como de costumbre fue calentando el motor, y de los pálidos 15 puntos frente a Paraguay, saltó a 24 frente Canadá. Cuando Brasil le anotó 131 puntos a Venezuela, Oscar aportó 44 (15-19 dobles y 1-9 triples). Después vinieron dos partidos de 24 puntos, contra Ecuador y Argentina, para volver a descollar ante Cuba, al que le marcó 40 puntos, con 13 de 21 tiros de campo. Sin embargo, lo mejor llegaría en la semifinal ante Estados Unidos, cuando alcanzó su marca máxima con 45 puntos (el equipo tuvo 96 totales), con 9-17 triples, a pesar de la derrota. En el partido por el bronce, ante Venezuela, encestó 31 puntos, con 11-19 tiros de campo, y Brasil consiguió el pasaje al Mundial de Argentina 1990.

    Oscar terminó con promedio de 32,8 puntos, sustentado en un 61% en dobles y un destacado 42% en triples, contribuyendo con el 28% de los puntos totales.

    El brasileño cerró esa primera década anotando 823 puntos en 30 partidos, de los que ganó 26, logrando dos títulos, con una media de 27,4 puntos por juego (60% en dobles y 39% en triples), confirmando que fue la principal estrella de la que disfrutó el Torneo de las Américas en sus primeros pasos.

    Alejandro Pérez
    FIBA