FIBA Basketball

    Un equipo histórico

    Uno de los equipos más emblemáticos que distinguió a los FIBA Américas en las últimas décadas ha sido el de la Selección Argentina en su versión “Generación Dorada”.

    Uno de los equipos más emblemáticos que distinguió a los FIBA Américas en las últimas décadas ha sido el de la Selección Argentina en su versión “Generación Dorada”. Porque más allá de los resultados alcanzados, fue un grupo que logró trascender al baloncesto de aquél país por su estilo de juego solidario, por el compromiso de sus integrantes y por el gigantesco talento de sus individualidades. Fue un equipo que dejó una huella, con un estilo de juego dinámico, estético, agresivo y altruista. Su reconocimiento ha sido unánime. A nivel continental y también a nivel mundial.

    Hubo dos FIBA Américas en los que la Selección Argentina deslumbró: uno, cuando la camada recién comenzaba a llamar la atención (2001); y otro, cuando muchas de las principales figuras ya encaraban la recta final de su trayectoria con la camiseta albiceleste (2011). Ambos certámenes se disputaron en Argentina y tuvieron como desenlace el título del local. Si se analizan las fotos con detenimiento, podrán apreciar que varias de las caras que aparecen en los festejos de un torneo y otro, son las mismas, con el inevitable paso del tiempo como testigo. Un equipo distinto de aquel pero casi igual. La parábola del deportista, mejor sintetizada que nunca: intensidad y vértigo en el despertar, experiencia y sabiduría en el comienzo del ocaso.

    El primer título fuerte de la Generación Dorada, como se mencionó unas líneas más arriba, ocurrió en agosto de 2001, en el FIBA Américas de Neuquén, con una multitud acompañando cada partido. Allí Argentina arrasó y se consagró de manera invicta (diez triunfos en diez presentaciones). Ya se percibía que el plantel- por entonces comandado por Rubén Magnano- estaba para grandes desafíos. Porque más allá de los éxitos puntuales (venía de ganar el Sudamericano de Valdivia) y del presente de sus figuras en el exterior, desplegaba una propuesta de juego interesante para la época, con una rotación extendida, múltiples variantes en ataque y un bloque defensivo impenetrable. Se palpaba el compromiso, la unión, el hambre. El único rival que le hizo un poquito de sombra fue Brasil, en la fase inicial (llevó el cotejo a tiempo suplementario). Luego, Argentina no permitió equivalencias. Incluso, en la final, volvió a cruzarse con el conjunto brasileño y lo sacó de la cancha (78-59).

    Emanuel "Manu" Ginóbili

    Emanuel Ginóbili, que ya aparentaba ser un virtuoso, fue distinguido como Jugador Más Valioso. Tenía 24 años recién: en la NBA aún ni sabían pronunciar su apellido. Aquél campeonato en el estadio Ruca Ché fue un presagio de lo que estaba por llegar para el equipo argentino. Porque apenas un año más tarde, en Indianápolis 2002, rompería el invicto del Dream Team (58 encuentros sin derrotas) y alcanzaría el subcampeonato del Mundo.

    Debió pasar una década para que el seleccionado albiceleste volviera a adjudicarse el primer puesto en un FIBA Américas. Ocurrió en Mar del Plata, en un certamen con muchísimas figuras que seducía con un premio mayor: dos plazas para los Juegos Olímpicos de Londres. Significó el reencuentro del equipo argentino con su público luego de diez años (no hubo otra localía desde Neuquén) y también el regreso del entrenador Magnano al país, ahora como DT del elenco brasileño. Cada jornada tuvo entradas agotadas. De hecho, desde mucho antes de que la pelota fuera al aire, ya se habían terminado las localidades. La Generación Dorada generaba conmoción. En el hotel donde se hospedaba directamente había guardia de fanáticos durante las 24 horas. No obstante, el plantel debía confirmar en la cancha la expectativa que había generado afuera. Y la presión era muy fuerte. Porque, paralelamente, los rivales no eran para subestimar: Brasil estaba fuerte, Canadá y Puerto Rico también. Pero la historia tuvo final feliz.

    Si bien, el local cayó en la fase inicial frente a los brasileños, antes y después de ese juego, venció en todos sus partidos concretando la ansiada clasificación a Londres. La semifinal, la que otorgo la plaza olímpica, fue ante Puerto Rico con un cierre inolvidable en el que José Juan Barea tuvo el tiro ganador y lo falló (terminó 81-79). Y en la final, los dirigidos por Julio Lamas se tomaron revancha de Brasil (el otro clasificado a los Juegos) y lo superaron por 80 a 75. Luis Scola (32 puntos) fue elegido Jugador Más Valioso por tercer FIBA Américas consecutivo, confirmando su ascendencia absoluta a nivel continental y también el rol de líder indiscutido de su Selección. Aquel título fue el último para los argentinos en la competición. ¿Será el turno de volver a ganar en 2021? Los antecedentes numéricos marcan que le tocaría…

    German Beder
    FIBA

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