Oscar y Marcel, una dupla bien brasileña
Para muchos un estilo de juego en el deporte se construye a través de pequeñas sociedades. A veces, se trata de duplas, en otro momento se pusieron de moda los tridentes o “Big Three”, más acá se habló de
Para muchos un estilo de juego en el deporte se construye a través de pequeñas sociedades. A veces, se trata de duplas, en otro momento se pusieron de moda los tridentes o “Big Three”, más acá se habló de “cuarteto estelar” y hasta se exageró con “el quinteto de la muerte”. Pero cualquiera sea la cantidad de integrantes, lo valioso es que esos jugadores encajen bien, que coincidan en una forma de sentir el juego, que se complementen, que sepan convivir, que se potencien mutuamente y que juntos hagan más fuerte a ese equipo y lo lleven a buenos resultados. Eso, ni más ni menos, sucedió con los brasileños Marcel Ramon Ponickwar de Souza y Oscar Daniel Bezerra Schmidt.
¿Qué será aquello tan invisible, pero tan fuerte, que unió a estos dos personajes míticos del básquetbol de América? ¿Cómo fue posible que aún surgidos desde puntos tan distantes hayan logrado una inmensa simbiosis? Es que merece mirarse el extenso mapa de Brasil para comprobar los 2.911 kilómetros que separan la industrializada Campinas, en el estado de San Pablo, donde nació Marcel el 4 de diciembre de 1956, y la turística Natal, en Río Grande del Norte, lugar de nacimiento, el 16 de febrero de 1958, de Oscar.
¿Dónde coincidieron oficialmente por primera vez con la camiseta de Brasil? Dos semanas antes de la Navidad de 1973 participaron del III Campeonato Sudamericano Juvenil en Bahía Blanca, Argentina. Marcel, de 17 años, proveniente de Jundiaí Clube, mientras que Oscar, con apenas 15 años, había empezado a jugar en el Unidade Vizinhanza de Brasilia, donde se había radicado un par de años antes por la carrera militar de su padre.
El camino ganador en común comenzó a gestarse en junio de 1975, en el siguiente Sudamericano Juvenil disputado en Araraquara, San Pablo. Allí vencieron en la final a Argentina, que tenía como uno de sus valores destacados a Mario Scola, el padre de Luis, campeón olímpico 2004.
Allí empezaron a escribir una historia compartida, en la que no hicieron otra cosa que anotar muchos puntos y ser protagonistas en casi todas las competencias en las que participaron. Compañeros en el Club Sirio de San Pablo entre 1978 y 1982, también hicieron una experiencia juntos en el Juve Indesit Caserta de la entonces poderosa Lega de Italia en la temporada 1983-84, terminando Oscar con 28,1 puntos de promedio y Marcel con 15,5.
Pero donde escribieron los capítulos más gloriosos fue en la selección brasileña de mayores, disputando juntos los Campeonatos Sudamericanos de 1977 (campeones), 1979, 1983 (campeones) y 1985 (campeones), las Copas del Mundo de 1978 (medalla de bronce), 1982, 1986 y 1990, los Juegos Olímpicos de 1980, 1984, 1988 y 1992 y los Juegos Panamericanos de 1979 y 1987. Acá conviene detenerse, porque en esta última edición, en Indianápolis, protagonizaron una de las hazañas máximas del básquetbol de América, ganándole a Estados Unidos la final por 120-115 con una actuación inolvidable de Oscar (46 puntos) y Marcel (31 puntos), para quedarse con el oro.
¿Qué los hacía tan formidables anotadores a Oscar y Marcel? “Nosotros tuvimos una rivalidad, pero una rivalidad positiva. Si Oscar se quedaba después del entrenamiento lanzando al canasto, yo también me quedaba. O al revés. Muchas veces, con todo el equipo arriba del bus, debían esperarnos que termináramos nuestros ejercicios de tiros extras. Y ese esfuerzo nos hizo mejores jugadores”, recuerda Marcel.
Hace poco tiempo atrás, Oscar homenajeó a Marcel, considerándolo “mi gran compañero del básquetbol y de la vida”.
Como no podía ser de otra manera, en su paso por el Torneo de las Américas dejaron una marca imborrable. Su primera aparición fue en la edición inicial de 1980, con Marcel sumando 20,0 puntos de promedio, mientras que Oscar aportó 18,7. Entre ambos acumularon el 42,7 de los puntos del equipo.
Marcel aclara que “en el campo nunca fue una disputa entre nosotros, jugábamos contra el rival y para el que estuviera mejor ese día. Hacíamos lo que le convenía al equipo” y, entre risas, agreqa: “Jugar con Oscar era muy fácil. En esa época el rival sólo tenía un jugador que defendía bien y se lo asignaban a él, que igual hacía sus puntos. Entonces, yo quedaba libre para hacer mis tiros también”.
Tras no poder compartir la edición y el título de América en 1984 por una lesión de Marcel, se reencontraron en el Preolímpico de 1988, ya sí para festejar la coronación continental y la clasificación a los Juegos de Seúl. Allí Oscar terminó en 30,0 puntos de promedio (36% en triples) y Marcel agregó otros 13,1, con 35,6% detrás del arco. Entre ambos anotaron 43 de los 56 triples de Brasil y lograron el 44% de los puntos del equipo.
Para explicar parte de por qué el éxito de esa dupla memorable, Marcel pone las cosas en contexto, aclarando que “era otra época. Las defensas eran mucho más livianas, no eran tan agresivas, ni había tanto contacto físico. Había algunos que no defendían, solo miraban al rival. Más allá de eso, nosotros entrenábamos mucho para mantener la buena puntería”.
En el Torneo de las Américas de 1989, a pesar de que Brasil terminó tercero, la tarea de ambos fue impresionante, porque Oscar lideró la tabla de anotadores con 32,8 puntos de promedio, con un 42% en triples, al tiempo que Marcel lo acompañaba con 24,6 puntos de media y un 45% en triples. Los dos aportaron 48 de los 66 triples de Brasil y el 49,4% de los puntos totales.
Marcel afirma que junto a Oscar fueron “los inventores de los contraataques definidos con tiros de tres puntos. En ese época se consideraba una locura venir en carrera y tirar un triple, pero para nosotros era natural. Y como teníamos una alta efectividad, era más productivo terminar de esa manera. Además, era algo que ensayábamos en las prácticas. Buscábamos jugar de esa manera”.
El ex jugador sigue riéndose cuando trae una anécdota fantástica que incluye a Guerrinha (Jorge Guerra), el histórico armador de equipo de Brasil de los años 80-90: “Cuando estábamos con el grupo le hacíamos bromas a Guerrinha, diciéndole que era muy fácil sumar asistencias en ese equipo. Solo debía hacer un pase, solo uno, para el costado y Oscar o yo anotábamos. Así cualquiera podía sumar asistencias…”.
Su última aparición en América fue en el torneo de Portland 1992. Allí Oscar volvió a sobresalir como anotador, con 31,3 puntos por partido y un 35% en triples. Marcel sumó 10,8 puntos, con 38% en triples. Entre ambos colaboraron con 34 de los 50 bombazos de Brasil en el torneo y con el 40% de los puntos totales.
Marcel asegura que el gran mérito de ese equipo de Brasil, que los tuvo a él y a Oscar como símbolos, “fue haber creado un estilo propio, de juego rápido y muchos tiros, usando los triples como arma principal. Pero claro, cuando tienes un 44 o 45% de efectividad es difícil perder. En algún torneo el cuerpo técnico analizó que el promedio de tiempo de posesión por ataque era de solo 4 segundos. Una locura”.
Tal vez allí radique la causa de esa unión indescriptible que conformaron Oscar y Marcel. La forma de sentir y de entender el básquetbol y que lo interpretaron de una forma única e imborrable. Una forma bien a la brasileña.
Alejandro Pérez
FIBA