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06/04/2022
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Donald Sims, un fuera de serie en Biguá

RIO DE JANEIRO (Brasil) - "Hablo un poco en español, pero solo con mis compañeros o los entrenadores. En las entrevistas elijo hablar en inglés para ser más preciso y claro". Quien suelta esa frase en Río de Janeiro, por supuesto en inglés, es Donald Sims, el guardia de Biguá de Uruguay, que está a punto de dar un paso más en la Final 8 de la Basketball Champions League Americas.

Sims fue el tercer máximo anotador de la primera fase del torneo continental con 22 puntos de promedio por partido. El Pato de Villa Biarritz necesitará que Donald continúe en ese elevado nivel para intentar vencer a Boca y seguir adelante en la competencia.

Más allá de que brilla por su capacidad anotadora y su talento ofensivo, Sims sobresale aún más en otros aspectos.

Santiago Vidal compartió equipo con Donald en Regatas Corrientes (Argentina) en la temporada 2016-2017 y se reencontraron en Biguá. Para el base uruguayo, Sims es uno de los grandes compañeros de su carrera: "La capacidad de adaptación a los equipos es fruto de su inteligencia para percibir cómo comportarse. Donald es mejor persona que jugador de básquetbol. Eso resume lo que representa él dentro del equipo", dice Pepo.

Nicolás Casalánguida, quien fue su entrenador en Atenas de Córdoba (Argentina) y Aguacateros de Michoacán (México) destaca las virtudes de Sims: "Es un tremendo jugador de pick and Roll, un tirador excelente siempre por arriba del 45% en triples, puede jugar de base o de escolta, sobresaliente en cortinas indirectas y top en entendimiento del juego". Además, Casalánguida resalta que Donald "tiene capacidad de adaptación, ya que jugó en organizaciones top y en otras muy malas, es súper profesional en el día a día, trabaja siempre más que el resto, nunca se queja, es un hombre de familia, no tiene vicios y todos los días te saluda con una sonrisa, ganes o pierdas".

Sims toma con naturalidad y tranquilidad esos elogios: "Lo más importante es ser una buena persona, respetuoso con mis compañeros y entrenadores y con el país en el que juego. Siempre es mi prioridad. Además, por mi estilo de juego y con la cantidad de tiros que tomo necesito buenos pases y cortinas, entonces tengo que tener buena relación con los otros jugadores del equipo. Esa no es la razón por la que soy como soy: mi padre y mi madre me enseñaron a ser primero una buena persona para luego ser un buen jugador".

 

Lo que aprendió de sus padres será su legado. “Eso es lo primero que le voy a enseñar a Naomi”, dice Sims. Su hija mayor, de apenas 2 años, recibirá esos consejos al igual que Noelle, que apenas tiene 7 meses. Ellas dos y Melinda, la madre de las niñas, viven junto con Donald en Montevideo. Cuando él no está en plena temporada con un equipo, la tranquilidad de Lake Wylie, en South Carolina (Estados Unidos) es la ciudad del hogar familiar.

El oriundo de Gaffney, South Carolina, comenzó su vínculo con el básquetbol cuando tenía 5 años. "Mi hermano mayor, que tiene 6 años más que yo, jugaba para un equipo de una liga pequeña. Yo lo acompañaba a las prácticas y solía ponerme a tirar en el aro que no estaban utilizando. Desde ese momento, no paré de jugar. Luego vino la escuela, la secundaria, la universidad y el profesionalismo", recuerda Donald.

Luego de cuatro años en los que desplegó su calidad en los Appalachian State Mountaineers del básquetbol universitario de Estados Unidos, su nombre no fue mencionado en el draft de la NBA. Más allá de la lógica decepción por no llegar a la liga más importante del mundo, Sims no se frustró. "Quería ser jugador de básquetbol, independientemente de que no me eligieran en un equipo de la NBA. Sabía que había oportunidades en muchos equipos alrededor del mundo y con mi agente empecé a analizar las ofertas para poder concretar mi deseo de jugar. No me imaginaba trabajando sentado en una oficina o en otro lugar en el que tuviera que estar 10 horas por día. Era mi sueño y lo pude lograr", explica el guardia.

El recorrido profesional de Sims es muy variado. Compitió en equipos de siete países fuera de Estados Unidos: Venezuela, Letonia, Ucrania, Bélgica, Argentina, México y Uruguay. "Me gustó la experiencia de jugar en Bélgica porque al estar en el medio de Europa tenía la posibilidad de viajar y conocer distintos lugares del continente. Venezuela fue también muy interesante por haber sido el primer lugar fuera de mi país en el que me tocó estar. Toda mi carrera en diferentes países fue especial y lo más importante fue poder hacer lo que me gusta", dice Donald.

Sims llegó a Uruguay en 2021 y ya está perfectamente adaptado a la vida en el pequeño país de Sudamérica: "Me gusta que prácticamente no hay que viajar para los partidos. Terminamos de jugar y puedo estar con mi familia todos los días y ver a mis hijas. También disfruto de las medialunas, el vino y la vista del río. Es un excelente lugar para vivir".

El temible anotador del único representante uruguayo entre los ocho mejores de la BCLA, ofrece la receta que lo lleva a conseguir su rendimiento: "Trabajo duro para rendir al máximo de mis posibilidades y juego con la confianza necesaria para ser importante en el equipo. Cuido mi cuerpo y me concentro en entrenarme y ser un buen compañero y un líder positivo".

Biguá accedió a la Final 8, con cuatro victorias y dos derrotas en la fase de grupos del torneo continental. Sims conoce las fortalezas del conjunto que integra: "Tenemos mucha experiencia, jugadores de alto nivel como Victor Rudd y Pepo Vidal, que es uno de los mejores bases con los que jugué en mi carrera por su lectura de juego y su capacidad para pasar la pelota en el momento exacto. Somos un equipo sin egoísmo en el que todos intentamos tomar las mejores decisiones para ganar partidos, respetamos al entrenador y nos aplicamos al sistema de juego".

Si bien la conquista del título es el deseo de los ocho equipos que llegaron a Río de Janeiro para disputar la etapa decisiva, el horizonte de Sims se ciñe solo al primer encuentro: "No tenemos otra meta que ganar el cruce ante Boca. Si logramos ganar ese partido podremos ver cuál es el siguiente paso que debemos dar".
Cerca de cumplir 35 años, Donald sabe que el final del camino como jugador profesional está cerca. Sin embargo, intenta no acelerar los tiempos: "No sé lo que haré cuando termine mi carrera. Me gustaría seguir ligado al básquetbol, tal vez como coach. Lo importante es enfocarme en el presente y no pensar en qué pasará en el futuro".

Sims tiene una sola meta: el próximo partido. Para él siempre hay una nueva posibilidad de demostrar por qué es un jugador querido y respetado en cada club en el que jugó. Por cada lugar por el que pasó, Donald dejó su huella.

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