01/09/2021
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Norchad Omier, el prospecto que tiene soñando a Nicaragua

MIAMI (Estados Unidos) – Nicaragua viene trabajando para elevar su nivel de juego. El proceso ha tenido momentos altos y otros no tanto, pero siempre existen razones para ser optimistas. Uno de los motivos para pensar en positivo es el crecimiento del joven ala pívot Norchad Omier, quien milita en la primera división de la NCAA con la Universidad de Arkansas State.

Omier, con apenas 20 años de edad recién cumplidos, está catalogado como la gran esperanza del baloncesto nicaragüense. El joven oriundo de Bluefields, en su primera campaña con la casa de estudios (2020-21), promedió 26,7 minutos, con 12,6 puntos, 12,3 rebotes, 1,5 bloqueos, 1,3 robos y 54 por ciento de efectividad en tiros de campo.

También, en el último verano, hizo su debut con el equipo nacional absoluto de su país, en los Pre-Clasificatorios de las Américas a la Copa del Mundo FIBA 2023, dejando grata impresión, con registros de 16,3 unidades, 14,3 tableros, 2,0 asistencias y 1,3 tapas, por partido.

La etiqueta de “gran esperanza” no es fácil de llevar y es algo con lo que muchos no quieren lidiar, pero el chico de 2,01 metros de estatura trata de que ese sello no le afecte y lo asume con entereza.

“Es una tremenda responsabilidad que te tomen como ejemplo, pero a la vez me contenta poder poner el nombre de mi familia en alto y el de mí país. Es una oportunidad que no todos tienen, es un gran compromiso que te cataloguen de esa manera”, dijo el jugador.

Omier empezó a practicar el baloncesto, por casualidad, entre los 12 y 13 años. Jugaba beisbol, el deporte de su padre y el número uno del país. Pero un día jugando en la cancha del barrio con sus amigos, un entrenador local lo vio, le llamó la atención por su estatura y lo invitó a jugar de manera organizada en la academia de Bluefields.

“Yo nunca al deporte le decía que no, siempre jugaba de todo, natación, ping-pong, de todo. Comencé a jugar básquet, empecé a destacar en los campeonatos nacionales y fui a la selección nacional. Participé en los Juegos Centroamericanos Sub-17 en Panamá y ganamos la medalla de oro”, remoró el ahora estudiante de Administración y Negocios.

 

Después de esa actuación le surgieron varias oportunidades. Estuvo a punto de irse al Tecnológico de Monterrey, en México, pero casi en simultáneo apareció un chance para asistir a un campamento en Miami y optó por viajar a Estados Unidos.

“El campamento lo organizó Pilín Álvarez. Afortunadamente allí me fue muy bien. Pilín me dijo que no me fuera a ningún lado, que me quedara allí y se arregló todo para que terminara de estudiar bachillerato”.

Ingresó en la Preparatoria de Miami y su desempeño dentro de la cancha sobrepasó todas las expectativas. En la temporada 2019-20 consiguió doble-doble en todos los 46 partidos en los que jugó, dejando promedios de 26,7 puntos y 20,3 rebotes por juego.

Varias universidades de la primera división de la NCAA le abrieron sus puertas. Exactamente ocho se pusieron a disposición.

“Fue bien difícil elegir. Estaba el tema de la pandemia bien fuerte, no pude visitar las instalaciones de las universidades, pero en las conversaciones con el entrenador y el cuerpo técnico, sentí que Arkansas State cubría mis expectativas y decidí venir aquí. Todo ha sido muy bueno. Me he tenido que adaptar a la ciudad porque en Miami uno se siente como en casa, hay muchos latinos y muchos nicaragüenses, aquí todo es más tranquilo”, expresó el primer estudiante-atleta de Nicaragua en firmar una beca de baloncesto en la División I.

 

A seguir demostrando

Tras una primera campaña en la NCAA en la que dejó números rimbombantes, que le sirvieron para ser elegido Novato del Año y miembro del Primer Equipo de la Conferencia Sun Belt, Omier solo tiene en mente ratificar sus buenas actuaciones.

“Fue una gran temporada. Llegué con la mentalidad de aprender de todo el mundo, pero me convertí en una pieza importante del equipo. La verdad me sorprendí de lo bien que me fue. No esperaba tener ese rendimiento en el primer año. Entiendo que para este segundo me toca ratificar eso. Sé que ya los rivales me conocen y tengo que estar preparado. Eso genera un poco de presión pero a la vez trato de tomarlo con calma. He estado trabajando fuerte en el gimnasio, también en mi tiro. Siempre, en el lugar que uno esté, hay que mejorar algo cada año”.

Como la mayoría de los atletas del baloncesto, alcanzar la NBA es el sueño del ala pívot. “Voy a trabajar para llegar hasta allá, pero ahora mismo no estoy enfocado en eso. Estoy concentrado en lo que viene en la próxima temporada”, indicó. Sin embargo, hace solo algunos meses pudo concretar otro de sus grandes anhelos, jugar con la selección nacional de su país.

“Era algo que siempre estaba en mi mente y lo pude lograr en este verano. Creo que me fue muy bien en lo personal. La verdad no puedo explicar con palabras lo que sentí. Es un tremendo orgullo representar a mí país”.

Su compromiso con el equipo nicaragüense y con su nación es tal que desea involucrarse con el desarrollo de la disciplina y en apoyar a los más jóvenes.

“En Nicaragua hay mucho talento, estoy seguro que si a ese talento se le dan las herramientas, pueden llegar mejores resultados. Yo quiero apoyar en eso en lo que más pueda. Quizás con alguna academia, es algo que definitivamente quiero hacer en el futuro”, finalizó.

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