17 enero, 2019
31 marzo
20/01/2019
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Titanes quiere escribir su propia historia en Colombia

Suele acontecer que un hecho, fortuito o no, es el generador de otra cadena de sucesos, que al unirse construyen una gran historia. En medio de esa cronología de circunstancias se encuentra el baloncesto de la ciudad colombiana de Barranquilla, queriendo construir su propia y flamante historia. Y en ella el equipo de Titanes está señalado a desempeñar un rol protagónico.

Si Barranquilla puede escribir su relato en presente es porque hubo un pasado que plantó la semilla y que afirmó raíces. A principios de los años 90 Caimanes fue el representante de la ciudad, allá en los comienzos de la era profesional del baloncesto colombiano. El equipo creado por el empresario y directivo Farid Char fue uno de los destacados de aquella década, consiguiendo los títulos en 1995, 1997 y 1998 y provocando un marcado apoyo popular. Jugadores como los centros Gustavo Lindo, Luis Carlos Manjarrés y Ernesto Fuentes, el alero Washington Vargas y los guardias Antonio Sinclaire y Jimmy Mosquera se convirtieron en ídolos y motivo para que la ciudad costera se identificara abiertamente con el baloncesto.

Sin embargo, la decadencia que mostró este deporte a nivel profesional en Colombia a comienzos del nuevo siglo fue apagando el fuego de esa pasión, convirtiéndolo en desinterés, lo que motivó que Caimanes disputara su último torneo en la Copa Invitacional de 2004.

Pasaron 14 años sin actividad hasta que Barranquilla, ciudad muy ligada naturalmente al fútbol por el Club Junior y al béisbol por el equipo de Caimanes, se reencontró con el baloncesto. "Desde hacia un tiempo un grupo de empresarios, amantes del baloncesto, y el propio alcalde de la ciudad, Alejandro Char, teníamos el deseo de volver a tener un equipo en la ciudad. Sin embargo, chocábamos con un gran impedimento. El antiguo coliseo Elías Chegwin estaba en muy malas condiciones y sin él, no había proyecto posible. No había dónde jugar", explica el actual presidente del equipo, Alberto Caparroso.

Sin embargo, aquel acontecimiento desencadenante sucedió. Fue la realización de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Barranquilla. Para el evento se debió acondicionar el Elías Chegwin (construido en 1946 y cuyo nombre es un homenaje a un ex basquetbolista barranquillero de la década de 1930), que ahora luce unas instalaciones modernas, con 3.900 ubicaciones. En el torneo la selección Colombia logró la medalla de plata, tras perder la final ante Puerto Rico, y ese podio reactivó el entusiasmo de la ciudad por este deporte. Según el directivo "marcó el reencuentro de la gente de Barranquilla con las raíces del baloncesto. Ahí tomamos la decisión de volver a la Liga Profesional. Nos unimos un grupo de empresarios jóvenes, y con el apoyo del alcalde, que nos permite acceder al coliseo y aporta algo de sponsoreo, decidimos desarrollaron un proyecto que une lo deportivo con lo comercial, algo que el interés del público y la estructura del coliseo Chegwin, nos permiten".

La elección del nombre del equipo de Barranquilla fue un capítulo aparte. Inicialmente se pensó en recuperar el de Caimanes, que fue durante muchos años la seña de identificación, compartida por el equipo local de béisbol, del mismo nombre. Sin embargo, la denominación pertenece a la familia Char y la muerte de Farid, en junio de 2017, no facilitó las cosas. Esto, además de la intención de desligar al equipo de baloncesto del de béisbol, desembocó en que fuera bautizado como Titanes, buscando también favorecer cuestiones comerciales.

Tras aprobarse el ingreso a la Liga Profesional, negociando la plaza con Cóndores de Cundinamarca, el margen de tiempo hasta el inicio del torneo fue escaso. La dirigencia apostó por el entrenador Tomás Díaz, el mismo de la selección en los Juegos y con larga experiencia en la Liga, y a él le dio todo el poder para el manejo del proyecto deportivo. Se apostó por jugadores de confianza del entrenador, como Eduardo Torres, Héctor Díaz, Luis Blandón y Jesús Medina, más algunos jóvenes como Soren De Luque. El terceto de extranjeros tuvo un toque de calidad inesperado, con el arribo del armador Xavier Roberson, Jugador Más Valioso de la serie final. "Armamos el equipo con lo que pudimos. Por ejemplo, no encontramos jugadores altos, por eso hicimos un juego perimetral. Pero formamos un plantel aplicado y cada uno entendió su rol. No apuntamos a ser campeones, si no que encontramos la chance en el camino", comentó el entrenador.

Los objetivos iniciales eran competir, pero con la idea de ir afirmándose en el torneo profesional. Sin embargo, los hechos positivos comenzaron a encadenarse. El rendimiento del equipo creció y los triunfos empezaron a llegar, desembocando en el título nacional, al vencer en la final a Warriors de San Andrés por 3-2, ganando el partido decisivo en la isla.

Según Caparroso, "lograr el campeonato con Titanes superó nuestras expectativas, obtuvimos resultados positivos más rápido de lo esperado y nos obligó a adelantar los tiempos. Además, logramos que concurriera más público al estadio del planificado, que las recaudaciones fueran mayores y que tuviéramos más exposición en los medios de comunicación. A su vez, nuestro deseo era llegar a competencias internacionales dentro de un tiempo y ahora nos vemos compitiendo con chances en la Liga de las Américas, algo que no esperábamos para esta temporada. Sin embargo, es un desafío que asumimos con entusiasmo y responsabilidad, por la importancia del torneo".

Para el entrenador Díaz la mayor conquista del equipo fue que "Titanes tuvo un impacto social en la ciudad, porque despertó a una aficion que estuvo formida durante varios años. Provocó que volviera al coliseo público que era del baloncesto, que estuvo mucho tiempo ausente y que estaba ávido de este deporte. La gente de Barranquilla encontró otra alternativa de esparcimiento en el baloncesto. Titanes generó una afición propia e hizo que la ciudad se volcara al equipo, demostrando que es una excelente plaza para Colombia".

Con un título nacional en tiempo récord y el debut internacional inmediato en la Liga de las Américas, todo parece ser vertiginoso para Titanes de Barranquilla. "Estar en el máximo torneo continental de clubes del continente es un premio que debemos aprovechar sacando experiencias. Debemos aprender de esta participación, para seguir teniendo presencia internacional", deja en claro Díaz en el aspecto deportivo.

Lo saludable sería que el proyecto general de Titanes no se quede, apenas, en una conquista deportiva en el ámbito profesional. El propio presidente Caparroso se encarga de explicar el futuro inmediato: "Nuestro plan apunta a largo plazo y para eso tenemos departamentos deportivo, de finanzas, de prensa y de marketing. En el tercer año buscamos ser autosustentables. Estamos creando academias de baloncesto para los niños y jóvenes, pensamos abrir tiendas comerciales de productos deportivos, brindar cursos de capacitaciones y crear un centro de entrenamientos. No nos ayuda que la Liga Profesional de Colombia sea tan corta. Hay que extenderla algunos meses. Por eso queremos integrar el consejo directivo de la Liga. Mientras, para contrarrestar la inactividad generaremos torneos internacionales con países cercanos, como Venezuela, Panamá, Dominicana o Puerto Rico. Llegamos al baloncesto para permanecer muchos años y ser participes de todos los torneos internacionales posibles".

Muchos sucesos hilvanados en muy corto tiempo están construyendo el relato de Titanes de Barranquilla en el baloncesto. Las expectativas que ya ha generado abren la incógnita por saber de cuántos capítulos se nutrirá esta historia.

Alejandro Pérez
FIBA