19 enero, 2018
25 marzo
10/02/2018
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Trabajar y jugar, el desafío en El Salvador

POR: PABLO CORMICK / FOTOS: GASPAR NOBREGA

BAURU (DIRECTV Liga de las Americas) - A las 5 .30 de la mañana de cada día de la semana suena el despertador en la casa de Oscar Rivera. Él, de 37 años, tras haber dormido, con suerte, 5 horas levanta a sus dos hijos varones para llevarlos a la escuela. Luego de dejarlos aprovecha y va directo rumbo a la Agencia Aduanera de la que es dueño desde 2011. Más de 10 horas después de haber comenzado, y cuando no hay imponderables que provoquen que se extienda un poco más, finaliza su jornada laboral en la agencia. Recién ahí puede empezar a pensar en el baloncesto y en las apenas 2 horas que le dedica en el día.

Julio Mancía, de 36 años, también es padre. En su caso, de dos niñas. Trabaja 8 horas como jefe de prensa de la Alcaldía de San Salvador. Así como su amigo y compañero Rivera, si puede respetar el horario de almuerzo. Pero hay veces en que las obligaciones demandan comer a las corridas y sin tanto cuidado para el cuerpo de un deportista en la elección de los alimentos. Las horas de entrenamiento diarias son las mismas 2 que las de su compañero Rivera.

Julio Mancía, jefe de prensa de la Alcadía de San Salvador, jugó con San Salvador BC.

“Gano un poco más como jugador pero no mucho. Lo cierto es que necesito los dos trabajos. En mi familia deberíamos bajar mucho el nivel de vida si yo quisiera dedicarme 100% al baloncesto”, explica Mancía, pivote del seleccionado de El Salvador. Y agrega: “Tenemos el talento, pero la falta de entrenamiento nos perjudica”.

En 2010, cuando Rivera era empleado bancario, Abejas de Guanajuato, de México, lo invitó a probarse en el equipo. Así lo recuerda el alero: “No podía dejar mi trabajo en el Banco por ir a probarme a un equipo en el exterior. Era una buena oportunidad, pero el contrato que me ofrecían no estaba garantizado. ¿Qué pasaba si renunciaba a mi trabajo y me cortaban del equipo mexicano?”

Además de perderse la opción de jugar profesionalmente en el exterior, Rivera ya no juega en el seleccionado nacional. Lo hizo hasta 2014. Pero las exigencias de su trabajo le impidieron seguir jugando para su país.

Mancía tampoco pudo decir siempre presente en la Selección. “En 2012 trabajaba en la Embajada de Estados Unidos y ellos no me dieron el permiso para poder viajar a jugar al CentroBasket”, rememora Julio.

Carlos Arias, y su hermano Alejandro, son empresarios y juegan para San Salvador BC.

Los hermanos Arias, Carlos (28 años) y Alejandro (25) son socios en una empresa que produce y comercializa batidos de frutas y otros derivados. Comenzaron con el emprendimiento en 2014. En aquel momento le dedicaban mucho más tiempo que al entrenamiento. “Hoy tenemos nuestras empleadas y podemos repartir el tiempo más equitativamente entre el trabajo y el baloncesto”, explica Carlos. Los dos hermanos ganan más dinero como jugadores que como empresarios, sin embargo, Carlos aclara que no pueden dedicarse de lleno al deporte: “Estamos bien considerados dentro del baloncesto nacional pero solo con ese dinero no nos alcanzaría”.

Josué Ávila balancea sus estudios con la oportunidad de jugar baloncesto profesional.

Josué Ávila, de 19 años, es estudiante del profesorado de inglés. Paga la universidad privada con lo que gana como jugador. Mientras no juega en su ciudad, vive en la casa que le brinda el equipo que lo contrata. Sino, con sus padres. A las 2 horas de entrenamiento con el equipo, le suma otras 2 para ir a practicar solo. “Si me entreno mucho puedo llegar a cumplir mi objetivo de ir a jugar a una Universidad en Estados Unidos”, se ilusiona el joven alero. Mientras tanto, sigue con sus estudios en la sede de la universidad más cercana al equipo que lo fiche.

Todos juegan en San Salvador BC. Como las de ellos hay decenas de historias en el baloncesto salvadoreño que de a poco desarrolla su liga profesional. Allí conviven jugadores nacionales que tienen otros trabajos. Otros que se dedican tiempo completo al baloncesto. Y extranjeros, que con salarios más altos y mayor experiencia, buscan subir el nivel deportivo de la competencia. Mientras tanto, esa es la realidad del plantel que representó a la República de El Salvador por primera vez en la Liga de las Américas. Un desafío en el que dieron ventaja. Mucha ventaja.

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