20 enero, 2021
30 abril
10/04/2021
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Luciano Parodi, carácter y talento uruguayo

MANAGUA (Nicaragua) - Luciano Parodi observa, piensa, lee el juego, saca una foto mental de la jugada y ejecuta. A veces a gran velocidad y en otros casos con la pausa necesaria para encontrar los momentos y espacios justos para lanzar o dar un pase preciso.

Afuera de la cancha también encuentra el tiempo para la lectura, vinculada o no al básquetbol. "Tengo el hábito de dedicarle entre treinta minutos y una hora por día a leer. De los libros que leí recientemente, me gustó El Legado, de Germán Beder, porque cuenta en profundidad el último proceso del seleccionado argentino y todo lo que vivió en el Mundial de 2019. También me interesó la biografía de Steve Jobs, que tenía una mente brillante y con sus inventos ha cambiado muchas cosas de nuestra realidad. Ahora estoy con Deja de ser tú, de Joe Dispenza, que te hace tener una perspectiva diferente y te explica el poder de la mente", dice Luciano.

La fotografía es otro de los intereses de Parodi: "Siempre que puedo y tengo un espacio libre salgo a hacer fotos. O invento algo dentro de casa para tomar una buena imagen. Es un lindo pasatiempo. Tengo una cámara semiprofesional y algunos lentes. En cada lugar nuevo al que voy busco sacar una buena foto para tener de recuerdo".

 

La lectura de juego y la capacidad de observación que demuestra Nano en cada partido, no son casualidad. El base de Minas Tenis Clube de Brasil es el único jugador uruguayo en los Playoffs de la Basketball Champions League Americas. Es el máximo anotador de su equipo en el torneo con 12,6 puntos por partido y promedia 3,4 asistencias por encuentro.

En el primer cruce del Final 8, Minas tendrá como rival a Quimsa. "Es un muy buen equipo, que tiene jugadores de calidad con roles bien definidos. Vamos a tener que frenar su juego de transición donde ellos se sienten más cómodos. Al ser un partido solo tenemos que estar concentrados y ajustarnos al plan de juego", analiza Parodi.

La historia que llevó a Nano a este presente exitoso en Minas, su tercer equipo brasileño tras Corinthians y Franca, comenzó en su ciudad natal.

Ramiro Parodi, el padre de Luciano, era basquetbolista en Paysandú y le transfirió la pasión a su hijo. "Como él jugaba, yo siempre estaba ahí dentro de las canchas corriendo atrás de una pelota. Desde que tengo memoria estuve ahí", recuerda Nano. Y suma: "Empecé en la categoría Mosquito, anterior a Minibasquet, en el club Wanderers de Paysandú. Me gustaba mucho ir a entrenar después de la escuela, el hecho de formar parte de un equipo y competir".

Cuando Luciano tenía 13 años, Hebraica y Macabi le propuso que se mudara a Montevideo para integrarse a sus divisiones formativas. Con él fue Laura, su mamá.

"Ellos tenían el proyecto de ascender de tercera división a primera. Reclutaron a varios jóvenes del interior del país. A mí me fueron a buscar a Paysandú y le ofrecieron a mi madre que se hiciera cargo de la casa en la que viviríamos todos los que nos trasladábamos de ciudad. Así que viajé con mi familia", dice Parodi.

La transición desde las formativas al primer equipo de Hebraica y Macabi fue tan veloz como las decisiones que toma en la cancha. "Jugué en Preinfantiles, en Infantiles y cuando estaba en Cadetes ya me sumé a los entrenamientos con los mayores", recuerda Luciano.

A los 15 años, Fernando Cabrera le dio la oportunidad de iniciar su camino en el equipo profesional. "Me ayudó mucho que el técnico fuera el Hechicero Cabrera porque también era mi entrenador en las selecciones formativas de Uruguay. Me conocía bastante y me dio confianza", explica el base. De aquel debut contra Aguada en el Cilindro Municipal, Parodi recuerda: "Me mandó a calentar y al minuto me dijo ‘entrá, divertite y hacé lo que sabés. A pesar de que teníamos una diferencia amplia a favor, yo estaba sumamente nervioso y ansioso".

 

En la Liga uruguaya 2011/2012 Parodi consiguió su primer título. En un equipo con figuras destacadas como Gustavo Barrera y Mauricio Aguiar, el joven de 18 años ya se ganaba un lugar. "En ese campeonato yo era el base suplente, pero a partir de ahí me propuse tener más protagonismo y gracias al apoyo del club y de Leonardo Zylbersztein, que ya era el entrenador, comencé a destacarme más", dice Nano.

Para el bicampeonato de 2015/2016 y 2016/2017, Parodi ya era el que manejaba el equipo dentro de la cancha. A pesar de su aún corta edad, mostraba carácter para ejercer liderazgo y capacidad de juego para hacerse cargo de momentos calientes.

Durante los playoffs del segundo título consecutivo, tuvo un cruce verbal con su compañero Leandro García Morales, una de las estrellas del plantel. "Yo le dije que me tratara como a cualquier otro y que me dijera lo que hiciera falta. Y no demoró en empezar a manejar el equipo y a ser un líder", dice Leandro. "Él se hizo cobrar una falta técnica innecesaria, me enojé bastante, le grité y lo miré fijo. Justo lo captaron las cámaras. Se lo tomó bien y nos sirvió a todos", complementa Luciano.

García Morales rescata otro momento de Parodi que lo marcó: "Era el más chico de todos, pero ya se imponía. En una serie semifinal perdimos feo un partido y quedamos 2-1 abajo, cerca de ser eliminados. Tuvimos una charla fuerte en el vestuario entre todos los compañeros. Los siguientes dos partidos de Luciano fueron impresionantes y eso me confirmó que él iba a ser un jugador importante durante los siguientes 10 o 15 años. Demostró una madurez que no le habíamos visto".

Luego de los tres títulos en Uruguay, Parodi decidió emigrar. Demostró su talento en la Liga nacional Argentina en Bahía Basket y eso le abrió las puertas de otros continentes. Lo fichó el Hapoel Beer Sheva de Israel, pero el vínculo fue efímero. "Tenía un contrato por toda la temporada. Antes de ir yo había acordado que volvería a Uruguay para jugar con la Selección. Cuando llegó el momento, ellos no querían que me fuera para que me adaptara al equipo. Tomé la decisión de irme igual y me cortaron", dice Luciano.

Entonces, Dinamo Sassari de Italia se interesó en el uruguayo. Allí pudo disputar apenas 6 partidos. "Lo de Italia fue un contrato por dos meses para reemplazar a un jugador lesionado y cuando él se recuperó, tuve que volver. Fue una experiencia difícil, pero me sirvió para conocer la cultura europea".

A pesar de los pasos en falso, Parodi se propone volver a Europa: "Me encantaría tener una nueva chance. He madurado bastante, tanto afuera como adentro de la cancha, y eso a la hora de rendir ayuda mucho".

La NBA, un universo al que Parodi no se ilusiona con acceder, ofrece referentes a los que admirar. "Soy fan de Luka Doncic y Stephen Curry. Disfruto de verlos jugar y presto atención a muchos gestos técnicos de ellos para intentar imitarlos. A pesar de que es difícil copiarles todo, algo logro hacer", dice Nano.

Para honrar la cultura uruguaya, Luciano viaja con su mate y su termo a todos lados. Pero no siempre fue así. "Antes me cargaban porque no me gustaba y me decían ‘falso uruguayo’. Lo incorporé cuando jugaba en Bahía Basket. Al principio para acompañar a Gonzalo Iglesias, que jugaba conmigo ahí. Después de eso ya tuve siempre el propio", explica.

 

En lo que Parodi siempre demuestra el amor por Uruguay es en el compromiso con el seleccionado, en el que participa desde el Premundial de 2013. “Es un orgullo porque representás al país y a los chicos que practican el deporte. Además, el formato de ventanas FIBA que te permite jugar de local es muy bueno, ya que así te pueden ir a ver amigos y familiares”, dice Luciano.

Luciano Parodi lee, toma mate, saca fotos, mete puntos, reparte asistencias y quiere dejar su marca uruguaya en cada país donde le toque jugar al básquetbol.

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