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20 noviembre, 2017
26 febrero, 2019
16/09/2018
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Canta y no llores

Ciudad México (Clasificatorios de las Américas a la Copa del Mundo de Baloncesto FIBA 2019) – Cuando las puertas del Gimnasio Olímpico Juan de la Barrera estaban a punto de abrirse, dos horas antes del duelo entre México y Argentina clasificatorio para el Mundial, la fila para ingresar ya era muy extensa. Una gran cantidad de mexicanos se congregaba en los alrededores del estadio a la espera de ver otro éxito de sus 12 guerreros.

Julieta, una de las primeras ingresar, lucía su recientemente adquirida camiseta con el número 8 de Gustavo Ayón. “Vine contra Estados Unidos y fue grandioso. Y hoy espero que ocurra lo mismo. Es hermosos ver al equipo de tu país en casa y más si juegan como nuestros muchachos”, auguraba apenas se sentaba en la grada.

De a poco las gradas dejaron de lucir el celeste de la pintura de sus asientos para teñirse del verde, rojo y blanco que vestía la mayoría de los fanáticos. Entre esos hinchas había aficionados que disfrutan de la posibilidad que abrió el nuevo sistema clasificatorio de ver al seleccionado como local y también expertos jugadores. Como el trío que componían en la primera fila Héctor Hernández, Lorenzo Mata y Pery Meza, todos ausentes por distintas causas en esta oportunidad. El base, quien fuera campeón del FIBA Américas 2013 junto a sus ocasionales colegas de tribuna y también a varios de los que estaban a punto de saltar a la pista, comentaba: “Es especatcular poder ver un estadio así repleto para ver al seleccionado mexicano. Se ha ido despertando una pasión por este deporte que nos llena de orgullo”. El hecho de no poder estar adentro de la cancha lo hacía tener a Meza sensaciones encontradas: “Se siente la adrenalina pero es diferente. Se vive muy distinto desde afuera que pudiendo ser protagonista. Es un partido especial, contra un rival difícil, que conocemos y me encantaría poder estar”.

El ingreso del equipo, la presentación y el himno fueron los primeros momentos donde el público mostró que se haría sentir bien fuerte. Claro que el contundente arranque de Argentina aplacó el fervor de los casi 5.500 mexicanos que acompañaron al equipo de Iván Deniz. De hecho, durante la primera mitad hubo más tiempo para la frustración que para el fervor de los locales.

“Estamos jugando mal, pero estamos a tiempo de reaccionar. Tenemos jugadores de calidad para poder lograrlo”, avisaba Hugo, veterano seguidor de los aztecas, desde la tribuna que estaba detrás del banco de suplentes argentino.

 En el entretiempo el DJ, quien antes del juego había presentado un variado repertorio de música internacional, recurrió al clásico Cielito lindo con su “Ay, ay, ay, ay, canta y no llores” coreado por todos que encendió al público para intentar contagiar a sus jugadores. Y funcionó. En ese accidentado tercer parcial, interrumpido constantemente por las fallas en el reloj de 24 segundos, México se recuperó y hasta pasó a comandar el partido tanto en el desarrollo como en el marcador. Y sus fanáticos les reconocieron el esfuerzo y la capacidad a sus ídolos con celebraciones cada vez más ruidosas.

En el cuarto período el griterío y la percusión con lo que hubiera cerca fueron un sonido ambiente constante. En un tiempo muerto atronó el “viva México, cabrones” de Gimme tha Power, de Molotov. El conjunto local transmitía buenas sensaciones y los fanáticos se ilusionaban con un nuevo triunfo en casa. Hasta que llegó la reacción de Argentina, que cerró mejor el juego y dejó el amargo sabor de la derrota en los locales. Apenas unos pequeños grupos de argentinos, que lucieron sus camisetas albicelestes, se animaron a desatar las celebraciones segundos antes del final.

El respetuoso reconocimiento al triunfo ajeno y al esfuerzo propio fue total por parte de los hinchas, quienes no consiguieron lo que fueron a buscar, pero volvieron a formar parte de un gran espectáculo de baloncesto.

“Seguiremos apoyando a nuestros 12 guerreros hasta el final”, avisó Marco, el último fanático tricolor que abandonó el estadio.

FIBA