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17 febrero, 2020
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27/02/2020
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Panchi Barrera, el pase preciso y la sonrisa perfecta

En la cancha puede mirar para un lado y dar el pase impredecible hacia el otro para encontrar a su compañero mejor ubicado. Afuera, mira de frente y responde sin vueltas. Lo que coincide en los dos lugares es la desfachatez y la soltura de Gustavo Barrera. El base uruguayo aborda los distintos temas de conversación con la misma comodidad con la que fluye en su juego.

Si bien luce con orgullo y una constante sonrisa la camiseta celeste, la historia de Panchi tiene laberintos que vale la pena recorrer. El nacido en Mercedes, al oeste de Uruguay, debutó muy joven. Jugó apenas seis meses en Welcome en el básquetbol uruguayo hasta que con solo 16 años se fue a Barcelona a probar suerte y se terminó quedando por seis temporadas. A partir de su brillo en los conjuntos juveniles de Joventut de Badalona, Barrera recibió la propuesta de jugar para el seleccionado español, algo que finalmente no pudo concretar por decisión de los dirigentes uruguayos. Así lo recuerda Panchi: “Fue un tema que me pesó mucho. Mi sueño de chico había sido jugar para la selección uruguaya, pero me aconsejaron que lo hiciera para la española y todos me decían que sería lo mejor para mí. Estuve un mes entrenado con el seleccionado juvenil de España en un equipo que tenía a Marc Gasol y Sergio Rodríguez como figuras. Yo era titular y si hubiera podido jugar ese Europeo Sub 20 de 2004, mi camino habría sido otro. Una semana antes me anunciaron que la Federación de Uruguay no me permitía participar. A partir de ese momento estuve tres años y medio sin poder jugar profesionalmente y fue un período muy difícil para mí. Rencor no tengo, pero sí me queda una espina clavada por ese tema. Nunca más abordé ese tema con los dirigentes y ahora ya es algo del pasado”.

Otro hito en su carrera fue su breve paso por la NBA. Participó con Houston Rockets de la Liga de verano de Las Vegas en 2008. “Fue una experiencia fenomenal, fantástica. Me preparé dos meses como nunca lo había hecho en mi vida. Me fue bien y me salió todo, estuve en un altísimo nivel. Solo faltó que se retirara Steve Francis en ese momento y habría tenido un lugar en Houston. Me lo dijo así de claro el general manager de los Rockets. Pero Francis se retiró seis meses después y no pude cumplir el sueño de jugar en la NBA”, recuerda Panchi.

El primer torneo oficial que Barrera disputó con el seleccionado mayor uruguayo fue el de los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro 2007. Allí consiguió la medalla de bronce. Desde aquella citación, el espigado base tuvo idas y vueltas en su vínculo con el conjunto nacional, pero cada vez que lo convocan, como en este inicio del camino rumbo a la AmeriCup 2021, él disfruta: “Estar en la selección es muy lindo. No voy a negar que si está Rubén Magnano lo disfruto el doble. Estoy encantado de venir cada vez que me llaman, siempre quiero estar. Intento aportar adentro y afuera de la cancha. Es algo diferente a jugar en un club.”

Uruguay se ha quedado en reiteradas oportunidades a un paso de conseguir los objetivos colectivos. De hecho, desde 1986 que no participa de un Mundial. De todos modos, Barrera rescata determinados momentos: “Hubo procesos muy buenos. Yo no estuve, pero el Che García dejó una marca acá. Ahora Rubén también. Se nota mucho la diferencia entre los entrenadores extranjeros y los uruguayos. No es un palo para mis compatriotas, pero la realidad indica que cuando mejor se ha trabajado es cuando han venido técnicos de otros países. Por muchas circunstancias hemos tenido planteles incompletos y lo fundamental es que somos un país chico y no tenemos la cantidad de jugadores que tienen Argentina o Brasil, por ejemplo. Somos pocos y nos cuesta conseguir gente grande, con mucha altura, ese ha sido un déficit en todos los torneos. El sistema de ventanas emparejó un poco la situación porque ya no hay que jugar cinco partidos en siete días y, entonces, llegábamos a los partidos más importantes completamente desgastados”.

Magnano, quien ahora es el director deportivo de los seleccionados uruguayos, fue el coach principal en la clasificación rumbo a la Copa del Mundo que tuvo a los celestes muy cerca de conseguir su boleto a China. Barrera no oculta su admiración por el argentino: “Rubén me parece un crack. Lo mejor que le pudo pasar al básquetbol de Uruguay, al menos en los últimos veinte años, es que Magnano haya aceptado venir acá y que haya sido el entrenador de la selección. Personalmente, es el mejor que tuve en el seleccionado. Es muy exigente”.

A los 34 años, el base tiene claro cuál será su futuro profesional: “Me gustaría ser entrenador. Me interesa analizar el juego y tengo deseo de dirigir. Seguiría la línea de Magnano, aunque quizás un poco más tolerante, no tan rígido o estricto como él. Esa personalidad es de cada uno y Rubén llegó a ganar una medalla de oro de esa manera. Buscaría imitarlo en un 95%. Voy a hacer el curso en España y aprovecharé los contactos para prepararme bien, así puedo estar listo cuando surja una oportunidad. Veo a muchos jugadores que se retiran y al año siguiente ya comienzan a dirigir. Me gustaría que me pase eso para mantener la dinámica de vida, las rutinas. De todos modos, no sé hasta cuándo voy a jugar, lo haré mientras el físico me siga respetando porque es lo que amo y más me divierte”.

Tal vez por su estilo descontracturado o su andar cansino afuera de la cancha, en el ámbito del baloncesto uruguayo se ha comentado que Panchi no cumplía con los entrenamientos. Barrera lo refuta: “Si fuera como dicen, no habría tenido la carrera que tuve, no estaría acá. Una persona que no se entrena no perdura tanto en este ambiente que es cada vez más competitivo y más físico. Lo que a mí no me gusta es ir a perder el tiempo. Acá en Uruguay, con prácticas a doble horario, me encontraba con que iba a la mañana, estaba una hora y media literalmente desaprovechando el día y eso no sirve. Descansar bien y hacer solo un turno fuerte en la jornada es más productivo. Entonces, a veces lo hacía por afuera con mi personal trainer y eso generó el mito de que a mí no me gustaba entrenarme”.

El talento y la imprevisibilidad de Barrera lo transforman en un jugador fuera de lo común para el básquetbol uruguayo. En ese contexto, también es extraordinaria la admiración que tiene por el exfutbolista argentino Juan Román Riquelme, quien a partir de su creatividad y eficacia lideró a Boca Juniors a conseguir once títulos. “Riquelme es más que Michael Jordan, es el más grande. Antes de los partidos lindos, en los que siempre pongo un video motivacional, busco alguno con jugadas de Román. Es mi ídolo en todos los sentidos. No tengo nada de él, es único. Dicen que yo veo las jugadas un par de milésimas de segundo antes que los demás y también lo hacía él, sobre todo en los pases, pero somos incomparables”, cuenta Panchi.

En la temporada actual, luego de varias campañas en la liga de su país y una incursión por Argentina, Barrera jugó en Astros de Jalisco, pero a pesar de que era el líder en asistencias del torneo, le cortaron el contrato. Entonces, le llegó la oportunidad de viajar a Río de Janeiro para fichar por Flamengo.“Es un equipo fantástico, con compañeros que me han recibido fenomenalmente. Franco Balbi me ha dado una mano grande y estoy tratando de encajar en la dinámica de trabajo que ellos traen desde hace dos años. Me estoy adaptando a una ciudad que es muy linda, pero también muy exigente por su tamaño. Yo no estoy acostumbrado a demorar una hora para ir al entrenamiento”, comenta el mercedario.

La vida en la maravillosa ciudad carioca no le permite a Barrera compartir el día a día con su hijo Federico: “Llevo la paternidad como puedo. Nunca fuimos pareja con la madre y soy padre soltero desde hace tres años. Cuando vengo a Uruguay intento estar todo el tiempo que puedo con mi hijo. Estoy fascinado con ser padre y algo que lamento mucho es no poder disfrutarlo las 24 horas de cada día como hacen muchos. Estoy muy contento, me cambió la vida y la forma de pensar porque tengo muchísimas responsabilidades nuevas”.

Los próximos pasos de su carrera pueden otorgarle a Barrera la posibilidad de jugar en diferentes países, pero él sabe que su tierra es un lugar en el que se siente a gusto: “Me encanta Montevideo, la amo porque es una ciudad chica pero que tiene todo. Me gusta mucho la gente de mi país, que es muy agradable. Acá se vive tranquilo, sin tanta inseguridad como en otros países más grandes”. Además, Panchi valora que en los últimos años Uruguay haya sancionado la ley que permite el casamiento entre personas del mismo sexo, la despenalización del aborto y la regulación de la marihuana: “El mundo va avanzando y tenemos que formar una sociedad más tolerante. El matrimonio igualitario fue un gol al ángulo. Con respecto al consumo de marihuana, me gusta que cada uno que quiera tenga la posibilidad de hacerlo, aunque tampoco me agrada que Uruguay sea conocido por esa razón. Se han conseguido muchas cosas, sobre todo durante el gobierno de Pepe Mujica, quien es la bandera del Frente Amplio. Me siento orgulloso de que como sociedad estemos avanzados en muchos sentidos”.

Ni las dos derrotas ante Brasil (83-72 en Curitiba y 83-76 en tiempo suplementario en el imponente Antel Arena de Montevideo) le quitan a Barrera la sonrisa del rostro. Panchi disfruta del juego y de compartir equipo con su gran amigo Esteban Batista, a pesar de que el pivote no lo acompañe en el ritual de tomarse un termo de mate cada tarde.

Pablo Cormick
FIBA